viernes, 5 de junio de 2009

Vacaciones

Y ella me dijo: “Eres el tío con el que más veces he dormido y con el que menos sexo he tenido.”
Y se quedó tan feliz, como si me hubiese dicho: “Parece que hace fresco hoy”.
¿Qué quiere que le diga? ¿Quiere tener sexo conmigo? Pero, y eso, ¿a qué viene ahora? A estas alturas de la película la verdad es ya no sé ni lo que pensar… si tan sólo pudiera saber lo que pasa por su mente sobre mí… En fin, que yo me quedé callado y tampoco le dije nada. Como siempre.
Al cabo del rato fuimos a cenar. Un restaurante en medio de las montañas, perdido de la mano de Dios, con la iluminación, la decoración y la gente justa. Los dos cominos a gusto, porque somos de buen comer. Pero había algo que me estaba llenado el estómago más que la comida, aunque no conseguía distinguir su sabor, o siquiera si me gustaba. Esta vez pagué yo. Otras paga ella. No discutimos por esos temas.
De pie en la ducha, mientras ella ya estaba en la cama leyendo un libro, o eso creo, vamos, volví a sentir que algo llenaba mi estómago. Pero, ¡si ahora no estoy comiendo! Ducha tibia. Medio vemos una peli en la tele, que a mí no me gusta nada, pero como ella la estaba viendo, pues no vamos a ser aguafiestas y ya la acabo. Mañana me toca elegir a mí.
Cuando apagamos la luz y la noto acurrucarse bajo las sábanas, noto la misma sensación de llenura que las veces anteriores, aunque mezclada con un poco de ansiedad, deseo, nerviosismo e inseguridad, sobre todo inseguridad. Voy a dormir. Pues, resulta que no puedo dormir. Y resulta que ella tampoco, porque la oigo respirar rápido, y, además, no para de dar vueltas. Parece ser que no encuentra la postura… Nos abrazamos. A los cinco minutos estamos más quietos que un mazo, pero ninguno duerme. A los 20 minutos, o eso creo, los dos dormimos profundamente.
Con la luz del día nos descubro en la misma posición en la que con toda probabilidad nos quedamos dormidos. Guerra de almohadas. Buenos días.
Comienza un día exactamente igual al anterior, pero con un poco más de ansiedad e inseguridad acumuladas. ¿Me volverá a comentar lo del sexo? Yo, por si acaso, no digo nada. A ver si con el trajín de hoy se le pasa y se le olvida.
El problema es que yo no consigo sacármelo de la cabeza, y ella parece darse cuenta de ello. Pero ¿cómo va a saber en qué pienso? Que sí, que me conoce de sobras, y es muy rápida con las personas…fijo que me lo dijo para atormentarme… Pues esta noche le planto un beso, para que se atormente ella también. Bueno, no, no vaya a ser que luego ella me dé otro.
- ¿En qué piensas? Estás con la cabeza en otro sitio…
- A ti te lo voy a decir. Nada que te importe, seguro.

1 comentario:

  1. Qué tierno...¿Un hombre que se come la cabeza cual mujer?que la ciencia se apodere de su cerebro y lo meta en formol para clonarlo. jajaja. un besazo.

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