viernes, 29 de mayo de 2009

Una de amigos.

Mucho se ha escrito sobre los amigos: libros, poemas, canciones… Sin embargo, no todo está dicho; yo no he hablado de los míos. Y sobre la amistad, como sobre los gustos, cada uno tiene su versión y su verdad.
Ahora mismo me acaba de llegar un sms de alguien que se considera mi amigo, pero que para mí es un mero conocido. Es más, tiene mi número de teléfono por casualidad etílica. Cosas que pasan…
Entonces, resulta que además de versiones distintas, tenemos conceptos distintos de la amistad. Si alguien tuviese la osada idea de escribir un manual para la amistad no conseguiría poner de acuerdo a nadie. Incluso dentro de su círculo más próximo es bastante probable que existiesen opiniones encontradas. Es cierto que cuanto más reducido e íntimo es un círculo más probabilidades hay de coincidir, pero no siempre es así.
Como ejemplo hablaré de un grupo de seis amigos tan diferentes entre sí que no podrían serlo más, sin embargo, tan unidos que no podrían estarlo más.
¿La clave? Los puntos de unión.
¿Cómo se forma un grupo de amigos? Los sujetos en cuestión han de coincidir en tiempo, lugar e interés. Lo del interés es básico, porque si no, al poco o mucho tiempo cada uno tira por su lado y ya no vuelves a coincidir en tiempo ni lugar. “Ya te llamaré para tomar un café”… pero nunca llaman. ¡Pues no lo digas!
Una vez establecido el interés común, por ejemplo viajar, han de salir a la luz las aportaciones personales de cada individuo hacia el grupo. Esas que hacen que los individuos se complementen y, mediante esa sinergia, se pase del grupo al equipo.
Uno puede aportar idealismo y otro ponerle los pies en la tierra. Otro puede ser la dinamita, mientras otro puede ser la chispa que enciende la mecha. O también podría ser que uno sea la alegría de la huerta, y otro parezca que la huerta no le da frutos nunca. En fin, que los unos con los otros se aseguran las risas y las anécdotas allá donde van, sea juntos o cada uno por su lado. Esta es otra parte importante: estar en permanente contacto aunque no estén físicamente juntos. Con uno o con otro o con todos, pero siempre tiene que haber un vínculo que los una a todos. Una especie de llama olímpica que represente la increíble carrera de fondo que es esto de la amistad.
Con el tiempo dejan de convivir 24 horas al día. Igual que con el tiempo los enamorados dejan de ser uno para pasar a ser individuos con entidad propia, pero con una esencia común.
Cuando llega ese momento es cuando la fuerza que une al equipo se pone a prueba. Cada uno tira para su lado, para su trabajo o para su aventura particular, pero hay un magnetismo que a todos les empuja a un centro común. Y más tarde o más temprano, con más frecuencia o con menos, todos vuelven a coincidir en tiempo, lugar e interés.
Cuando este ciclo se repite una y otra vez, en un lugar y en otro del mundo, es cuando realmente se tiene la prueba de que el nexo es fuerte y de que ese grupo inicial, ahora equipo, no es nada más y nada menos que tus amigos. Los de verdad. Los que siempre están, sin importar la distancia o las circunstancias. Su apoyo es incondicional.
Por eso, por tratarse de seres con características tan especiales, se encuentran en grupos reducidos.
Probablemente de ahí el dicho de que a los amigos se les puede contar con los dedos de la mano. A mí me salen las cuentas.
Va por vosotros.

1 comentario:

  1. En la definición de sentimiento, no se hace alusión a los km, ni a los océanos, ni al cara a cara.
    En la definición de amistad verdadera tampoco, aunque sí a los sentimientos.

    un abrazo

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