viernes, 19 de junio de 2009

Adiós

Ha sido raro… como dos amigos que se reunían por quedar bien. No quedaba nada. Nada que contarse, nada que hacer, nada que sentir. Creo que por ninguna de las partes. Esa sensación de vacío me acompaña a la cama. Y ahora, entre plumas y rayas de algodón, recuerdo la escena.
Unas escaleras empinadas que indicaban lo inalcanzable de su destino. Un salón abarrotado de recuerdos, sin lugar para el presente y mucho menos para el futuro. Pocas palabras han salido de su boca. Los silencios cortantes e hirientes me han calado hondo. Ni una broma de las de antes, ni una caricia fortuita pero estudiada. Nada. Ni una mirada cómplice, ni un gesto de satisfacción. Nada.
La conclusión: al fin la libertad. Él será libre para seguir en su monótona apatía y ella libre para buscar quien le rompa el corazón de nuevo.
Adiós a las conversaciones infinitas. Adiós a los mordiscos con sabor a besos. Adiós a las miradas furtivas que todos veían menos nosotros. Adiós a los ojos delatadores de nuestro deseo. En fin, adiós a nuestro pequeño mundo.
El amor se nos consumió, sí, pero de no usarlo. ¡Cuánto nos quisimos!

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